Guillermo Galmés y otras cosas

G u i l l e r m o G a l m é s y o t r a s c o s a s

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Es frecuente que en las reuniones, muchas veces nostálgicas, en las que se habla de vinos, salga la pregunta de si en Mallorca se siguen haciendo vinos dulces o rancios. La respuesta es afirmativa, y un buen ejemplo de ello es el de Guillermo Galmés, de Petra, que desde hace veinte años se dedica a la elaboración de esta clase de vinos. 

Su bodega está en el interior del pueblo, ofreciendo un carácter sumamente artesanal, y donde llama la atención la gran caldera en la que se hierven los vinos. La particularidad de estos caldos es que su fermentación se ha interrumpido con el añadido de alcohol. 

Guillermo Galmés prepara tres tipos de vino, que son los siguientes: «vi sec», «vi de missa» y «mistela». El primero es un vino dedicado a las cocinas, para conseguir muy buenos guisos; el segundo, como su nombre indica, es el vino de la consagración, y el tercero es el vino más envejecido. 

Vende graneles en la misma bodega, y su parroquia la constituyen armas de casa, sacerdotes y nostálgicos adicionados que gustan de acompañar postres con un sorbo de buena mistela. 

Es de desear que Guillermo Galmés continúe con esta forma tan tradicional de elaborar nuestros vinos dulces, y que hacen las delicias de una larga lista de asiduos parroquianos. 

Y para terminar, les cuento un chascarrillo que me contaron siendo niño, que hace referencia a estos vinos. Se trata de un jornalero que echa un jornal en casa del cura, y al terminar le dice éste que si quiere un vinillo de la Consagración. Acepta el buen hombre, pide el cura a la mujer que cuida que sirva al buen hombre un vinillo, se equivoca la buena mujer, le pone un vasito de vinagre, y el jornalero ¡A su salud, señor cura!, se lo zampa. 

-¿Qué?- le pregunta el párroco – ¿Te ha gustado?

-No sé, señor cura, pero como siga usted usando este vinillo me tome que vaya a convertir a Dios en alcaparra.

EL BEAUJOLAIS NUEVO

Este año no le hemos presentado la atención acostumbrada. Con la avalancha de vinos franceses que se nos viene encima, nos quedamos un poco fuera de juego. De todas formas nos quedan los días de enero para catarlo, dentro de los límites de la ceremonia, incluso tenidos y entendidos como de rigor. pero bueno, tampoco hace falta que seamos exagerados. Como todo vino joven, es preferible beberlo pronto, pero sin necesidad de prisas ni de empujones. 

Recordemos una vez más que no hay que acercarse a este vino con la esperanza de encontrar, por el hecho de ser un vino francés, las cualidades y características acostumbradas en los vinos galos. Es un vino joven, alegre, y sabroso, muy bien comercializado. No obstante, para los aficionados es una cita de rigor. Un Beaujolais al año no hace daño. 

Lo que sí hace el caso es que, se hay afición a esta clase de vinos, pueden elegir el Beaujolais Village, que es un vino dentro de la misma denominación, de la misma variedad Gamay, cosechado en suelo granítico arcilloso, y de más duración.

Según se ha dicho este año estamos ante el mejor Beaujolais Nouveau que se ha elaborado nunca. Véamoslo. 

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