Vinos de alta cualificación

V i n o s d e a l t a c u a l i f i c a c i ó n

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La Escuela de Enología de Tarragona se creó, en noviembre de 1988, al amparo de la Ley de Reforma Universitaria y de los estatutos de la Universidad de Barcelona, para impartir una enseñanza a nivel de diplomado no homologado y propio de esta Universidad, ya que el MEC no considera la enología dentro de las nuevas especializaciones universitarias.

La Escuela de Enología de Tarragona, pionera en la foración de técnicos españoles.

Un grupo de profesores de la Facultad de Química, de Tarragona, fue el impulsor de la escuela, que ha tenido un parto largo. En este sentido, la designación de Tarragona como sede del centro tuvo que superar la resistencia del Institut Catalá de la Vinya i el Vi (Instituto Catalán de la Viña y el Vino) y la Consejería de Agricultura de la Generalitat, que preferían, «por razones económicas», la candidatura de Vilafranca del Penedés, una de las zonas vinícolas por excelencia de Cataluña. 

En nuestro país hay varios centros de Formación Profesional en los que se imparte la especialidad de Enología, pero hasta ahora no existía un centro que ofreciera formación a nivel universitario, aunque sí hay «masters» en varias universidades del país, para los licenciados en Químicas, Farmacia, etcétera… Esta situación nos colocaba en inferioridad de condiciones frente a otros países europeos productores de vino, como Francia o Italia, donde la Universidad se responsabiliza de la formación de técnicos bien preparados, que conocen las características edafológicas, climáticas, las técnicas de viticultura y, en definitiva, los conocimientos suficientes de enología y viticultura para hacer posible la producción de vinos de calidad.

«En nuestro país -afirma Lluis Arola, director de la escuela-, la profesión de enología se desarrolla en unas condiciones tercermundistas, porque, a pesar de la importancia económica del sector vitivinícola, los enólogos son todavía muy autodidactas. Las grandes empresas cuentan con tres o seis enólogos, la mayoría formados en el extranjero, mientras que las pequeñas empresas o no tienen técnico o el enólogo va un día por semana y, además se ocupa de asesorar otras diez o veinte empresas. Por otro lado, estos técnicos bien proceden de la Formación Profesional o son licenciados en Química, Farmacia, etcétera… y aprenden el oficio con al práctica»

«Esta situación tiene que cambiar – añade-. A partir de ahora sólo subsistirán los vinos de calidad. En 1993, cuando hayan desaparecido los aranceles se podrán comprar buenos vinos franceses, italianos o alemanes a precios racionales y, entonces, la competencia será dura y sólo sobrevivirán aquellos productores que apuesten por un ben producto. eso significa que las empresas necesitarán técnicos preparados paar fomentar la producción de vinos de calidad. Así que somos optimistas a largo plazo».

La escuela de Enología está ubicada en el antiguo convento de las clarisas de Tarragona, cedido por el Ayuntamiento de la ciudad, que también se ocupó del presupuesto inicial para la remodelación del edificio. El centro aportará anualmente una treintena de titulados, «cantidad que fijamos —explica Lluís Arola, director de la escuela— en función de las necesidades del sector en Cataluña y España, porque tenemos alumnos de todo el país. En Francia, por ejemplo, hay unas siete escuelas, con no más de 170 alumnos».

El plan de estudios se elaboró de acuerdo con las directrices que sobre el tema marca la Organización Internacional de la Viña y el Vino, y también se consultó al sector vinícola para que la formación del alumno responda a las necesidades de las empresas en las que desarrollará su profesión. Además, se realizaron una serie de encuentros con profesores de otras escuelas de Enología de Europa, para perfilar los contenidos a impartir.

Durante tres años, los futuros enólogos se preparan para cumplir las funciones propias de su oficio: tener plena responsabilidad en la elaboración de vinos y de productos derivados de la uva y el vino; analizar y controlar la calidad de los productos en sus aspectos físico, microbiológico y organoléptico; responsabilizarse de la plantación y el cultivo de las viñas; colaborar en el diseño de equipos y tecnología propios de la ingeniería enológica, y gestionar la distribución y comercialización de los productos enológicos.

El plan de estudios se estructura en base a créditos (un crédito equivale a diez horas lectivas), en total, doscientas cincuenta y dos en tres cursos, que corresponden a cinco tipos de asignaturas: básicas, de ampelología, de enología, de análisis y de economía. Los créditos prácticos constituyen casi la mitad del currículo durante los dos primeros cursos, mientras que el último año cobran un mayor protagonismo (el 69,4 por 100 de los créditos son prácticos).

Prácticas en laboratorios

Las prácticas se realizan, en parte, en el centro, que cuenta con modernos laboratorios, con una sala de cata de vinos y una pequeña bodega. Este año, los alumnos de tercer curso han hecho cava (una tirada de 500 botellas). «Más adelante —concreta el director del centro— podrán hacer todo tipo de vinos: tintos, blancos, rosados, dulces, blancos jóvenes, etcétera; porque la escuela dispone también de unos campos experimentales (de 6,8 hectáreas) y de una bodega piloto (de 800 metros cuadrados) ubicadas en la finca “Mas dels Frares”, en el término municipal de Constantí, cedida por el Ayuntamiento de Tarragona. De momento, ya están plantadas las cepas y esperamos la financiación para poder empezar las obras de la bodega». 

Después del segundo año de estudios, los estudiantes tienen que realizar unas estancias obligatorias en empresas de una duración mínima de cuatro meses, entre los meses de julio del segundo curso y febrero del tercero. Las estancias tienen una componente práctica que se efectúa en bodegas de vinificación y una componente teórica en los laboratorios enológicos.

En la actualidad, ya ha salido la primera promoción de enólogos de la escuela, integrada por seis personas, más otras diez que han obtenido el título de diplomados el pasado mes de febrero. Respecto a sus posibilidades de inserción laboral, Lluís Arola advierte que «este no es un momento demasiado bueno para el sector, puesto que después de tres o cuatro años de “euforia, de “boom”, sobre todo del sector del cava, en que todos los que tenían viñas se lanzaron a hacer vino o cava, ahora se ha visto que el mercado no da para tanto, y que sólo pueden subsistir las empresas que ofrecen un buen producto y tienen una buena capacidad de venta».

«Es difícil entrar en un sector conservador como este —añade— en el que sólo las grandes y medianas empresas tienen técnicos enólogos con plena dedicación, mientras que los pequeños productores sólo cuentan con técnicos que lo: asesoran una vez por semana.»

En la actualidad se trabaja con la Universidad de Montpellier para la homologación del título en el marco de la Comunidad Europea,  y también el MEC estudiará la posible homologación de estos estudios, en función de cómo se desarrolle la experiencia de la Escuela de Enología de Tarragona. 

«Además —concluye Arola—, junto con los responsables de escuelas en Francia, Italia y Alemania, estamos preparando un programa Commet de intercambio entre todos los centros de Europa, que contemplaría tanto el intercambio de alumnos, como el intercambio de sistemas pedagógicos. de material de estudio, de organización docente, etcétera.» 

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