Las Bodegas Galmés i Ferrer, de Petra, se inician en la crianza.

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Los almendros en flor han vestido de blanco la Isla, Manuel. El día era de esos inciertos, con sol y lluvia, que sacan todo el brillo y esplendor a los colores. Iba a visitar las bodegas Galmés i Ferrer de Petra, acogidas a la nominación «Vi de la Terra Pla i Llevant de Mallorca». Desde la Cabaneta hasta Inca, había cientos de almendros en flor, mirases donde mirases, estaba lleno de esos preciosos árboles de tronco negro con una explosión de flores en sus ramas. Me llevé a mis fieles amigos Miguel y Manuel porque deseaba compartir con ellos la belleza del paisaje. Pero no me imaginaba cuánta. Cuentos de almendros. La inmensa mayoría blancos, algunos rosas pálido, y otros con un verde incipiente. Ordenados en líneas paralelas sobre una alfombra de hierba verde aterciopelada, o sobre una tierra roja, recién arada, o salpicando aquí y allá el paisaje. 

Cuando creías que ya no podías ser sorprendido, te encontrabas con otro almendro más bonito y más cuajado de flores que los anteriores. Seguimos de Inca a Petra por la carretera de Costitx, y aquello se convirtió definitivamente en un paseo por un jardín encantado. Esta es nuestra tierra, Manuel, casi un paraíso terrenal… ¿sabremos preservarla? 

La tienda de la familia Galmés Ferrer, donde venden sus vinos, está junto a la Iglesia de Petra. Pequeña y acogedora, estaba llena de gente que iba a comprar vino, y sentado al pie de la enorme bota estaba Galmés padre, despachando graneles. Esta familia hace vino desde 1884, más de cien años. Son los únicos de nuestra tierra que hacen y embotellan Mistela, ese vino mosto apagado al alcohol. Se toma como aperitivo y antiguamente era, en Navidad, un regalo exquisito. 

Su hijo Arnau, joven y lleno de ilusiones, enólogo por la Universidad «Rovira i Virgili», ha introducido la tecnología. Visitamos la planta de elaboración donde, junto a la curiosa prensa antigua, botas de roble y cubells centenarios, han incorporado recientemente los nuevos depósitos de acero, con control de temperatura, para la vinificación de uvas seleccionadas y así entrar de leno en la criaza. 

Después visitamos el celler que están restaurando junto a la casa de Fray Junípero Serra, en l acalle Barrancar Alt nº14, que data aproximadamente del 1830. Aquí el vino crianza, pasado al roble, envejecerá silenciosamente el tiempo necesario. La primera crianza, que es del 94, saldrá a finales del 99, justo para celebrar el fin del milenio. 

Bebimos el blanco del 96 recién embotellado, hecho de premsal blanc, y fermentado a baja temperatura. Es agradable, fresco y afrutado. Su color es amarillo pálido.  Es un vino que apetece tomar frío, en una mañana soleada de domingo, mientras se lee la prensa, o se está de tertulia con los amigos. 

Arnau, el joven de la familia Galmés i Ferrer, posa junto a la nueva maquinaria de acero para vinificar uva

No sé que tendrá esta familia, padre, madre e hijo que te cautivan. Será el candor inocente de la honradez, será la ilusión limpia que brilla en sus ojos claros, será la fuerza de quien cree firmemente en lo que hace, será que aman a nuestra tierra y lo demuestran con su trabajo: ofreciendo un producto de calidad, criado, elaborado y embotellado en nuestra Isla. Será que hacen más por nuestra Comunidad este tipo de personas que todos los tíos bieles que luchan «por lo nostro» en los madriles. Será. 

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